Entrevista escrita de Minúscula sobre el lanzamiento de «Sospecho que…»

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Presentación de «Sospecho que… Recelos desde una filosofía underground» de José Luis Gulpio Zucotti

Buenas tardes, soy Graciela Muniz, editora de Minúscula, emprendimiento independiente que llevamos adelante con Sofía Surroca en el que acompañamos a autores y autoras en el proceso de la edición de sus textos. 

Hoy el motivo que nos convoca es la presentación de una nueva publicación: Sospecho que… Recelos desde una filosofía underground de José Luis Gulpio Zucotti, a quien le damos la bienvenida.

Joselo:

José es autor de las novelas Trastévere y Muerte y tiempo, para conocerlo vamos a leer la presentación de su web:

 «Realizó sus estudios filosóficos y teológicos en Montevideo. Fue ordenado sacerdote en 2008 y cinco años más tarde obtuvo la Licenciatura en Filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma. Tiene un Posgrado en Gestión Educativa por la Universidad Católica del Uruguay. Vivió en Italia y en Suiza; actualmente reside en Montevideo.

   En el año 2021 abandonó el sacerdocio luego de un difícil proceso de decisión donde se convenció, tanto racional como emocionalmente, de que no hay nada más valioso que la libertad intelectual y afectiva. Dejar atrás estructuras obsoletas que le impedían el despliegue maduro de todas sus dimensiones, aunque no estuvo exento de dolor, significó para él un espléndido nuevo nacimiento. Desde entonces se dedica a la escritura, a la docencia y a intentar vivir en cursiva».

Joselo: Para mí «vivir en cursiva» significa tratar de vivir comprendiéndome en continuidad, en proceso. Es vivir en una dinámica del tiempo que evita la fragmentación y la desconexión tratando de tener un hilo conductor, un hacia donde, un sentido, evitando perderme en la dispersión.

«Vivir en cursiva» es además hacer elogio de la lentitud; esto se contrapone a una vida construida de fragmentos y de ráfagas de emociones desconectadas propias del mundo digital en el que vivimos que se nutre de instantes, de actualizaciones de pantallas, de likes, de atracones de cosas, de personas a las que usamos como cosas para distraernos y de noticias desconectadas unas de otras, sean estas falsas o verdaderas nos da igual porque lo que importa es el impacto, el entretenimiento adormecedor.

«Vivir en cursiva» es tratar de mantener la memoria, el hilo narrativo, amar el barro y el oro del camino, disfrutar del tiempo vivido y no solo del tiempo medido del reloj.

«Vivir en cursiva» es amar una concepción del tiempo como acontecimiento de encuentro conmigo mismo y con los demás, el tiempo como intensidad y calidad y no solo como número y cantidad, porque este último siempre es tirano y, paradójicamente, nunca nos deja espacio para las cosas que realmente nos hacen sentirnos plenos. Es en definitiva disfrutar de ese «tiempo sin tiempo» del que habla el entrañable poema de Benedetti.

La sociedad en la que vivimos, al mismo tiempo que nos empacha de cosas, nos mutila, porque nos hace perder interioridad, ya que se nutre de que vivamos todo el tiempo hacia afuera, hiperconectados y vomitados hacia el exterior, por eso la vida en cursiva es salvar la parte sana, salvar el pensamiento y la vida interior. No es saludable vivir únicamente en clave extensiva, también se necesita vivir en clave de profundidad. Ambas dimensiones son importantes para la vida de una persona.

Joselo: Esa expresión que está en la reseña biográfica de mi web describe justamente lo que experimenté con mucha intensidad el último año de discernimiento que me llevó a tomar la decisión de abandonar el sacerdocio y la Iglesia Católica. Fue uno de mis años más difíciles porque tenía muchas incertidumbres respecto del futuro y aparecieron los miedos naturales; además ya tenía más de cuarenta años así que la decisión no fue fácil. Pero no había marcha atrás, era como que se me había caído una venda de los ojos. Sentía que durante mucho tiempo traté de convivir con normas, paradigmas y doctrinas que ya no podía seguir sosteniendo ni racional ni afectivamente porque consideraba que estaban peleadas con la realidad y que además eran falsas, obsoletas y totalmente alejadas del todo lo que consideramos sano para el desarrollo de una persona. No podía seguir poniendo un techo a mi capacidad racional aceptando una especie de tutelaje intelectual sujeto a códigos y autoridades religiosas que mantienen ideas que a esta altura considero que no tienen sustento, ni están fundamentadas en argumentos racionales sino más bien en supersticiones, miedos, tradiciones y hasta en motivos económicos y coyunturales.

Ninguna institución puede adjudicarse el derecho de decidir por sobre la conciencia personal de un sujeto racional. Ninguna institución, ni civil ni religiosa, debería erigirse en propietaria de la interioridad y de la conciencia de una persona atribuyéndose la autoridad para prescribirle en su fuero interno cómo es correcto sentir y hasta dónde es libre de expresar su pensamiento escudándose en el concepto de obediencia a la institución, eso es propio de los totalitarismos, pero en la Iglesia Católica sigue naturalizado. Es una situación muy infantilizante que ya no estaba dispuesto a seguir viviendo.

Joselo: Para dar un poco de contexto al concepto me parece oportuno recordar que la palabra «underground» significa subterráneo en español y, a grandes rasgos, cuando hablamos de «cultura underground» nos referimos específicamente al movimiento contracultural que surgió en la segunda mitad del siglo XX y que promueve manifestaciones artísticas marginales que están a contracorriente de la tradición y de lo que podemos llamar cultura legitimada o públicamente constituida. En este sentido, se trata de movimientos contraculturales que se encuentran fuera de lo considerado oficial y de lo que es validado por las autoridades o por quienes ejercen el poder, sean personas, instituciones o por la propia opinión vigente de las mayorías.

En el sentido en que yo lo utilizo como un adjetivo aplicado a la Filosofía refiere al discurso filosófico que nace, se expresa y produce corrientes de pensamiento crítico por fuera de los ámbitos académicos institucionales que, para la Filosofía underground, limitan su libertad de expresión y su capacidad de proponer alternativas al pensamiento dominante dados los intereses y tramas de poder a los que está sujeta la institución académica. A lo largo de la historia muchos pensadores decidieron situarse por fuera del ámbito universitario y trataron de no depender económicamente de monarcas, jerarquías religiosas o de cualquier otro poder político o civil; famosos son los casos del propio Sócrates, del movimiento griego cínico con Diógenes de Sinope a la cabeza, mucho más adelante Voltaire, Schopenhauer por supuesto, Nietzsche o Cioran.

Este concepto es el tema central del epílogo así que te respondo con algunos fragmentos del este. Tratando de explicarlo brevemente te voy a decir que considero que una «filosofía underground» es necesaria porque estoy firmemente convencido que en el ámbito académico y en la mayoría de las instituciones educativas, la Filosofía está muerta. Es un cadáver ilustre que sólo sirve en función de la carrera de quienes la han prostituido despojándola de su misión emancipadora al servicio del ser humano. Reducen la Filosofía a historia de la filosofía y la caricaturizan haciéndola una especie de lectura comentada de las frases de los filósofos más ilustres.

Si la Filosofía quiere recuperar su esencia perturbadora debe decidirse por vivir en el destierro, a cielo abierto. De lo contrario se transforma en un instrumento más para mantener lo vigente, lo que no molesta, lo que conviene y no cuestiona, lo que está ahí, muerto en los programas de estudio y hay que aprenderse más o menos para salvar un examen.

Una condición sine qua non para el pensamiento filosófico honesto es la libertad. ¿Pero de qué tipo de libertad de pensamiento podemos hablar cuando debes obediencia al patrón que te paga el sueldo? Y no importa si este es un eminente Consejo Académico, una Asociación Civil, un Obispo o el Estado, porque el poder jamás alimenta a quien puede llegar a cuestionarlo. Y esto aplica tanto al ámbito privado como al público porque el Estado, al fin de cuentas, no es más que un grupete al frente del gobierno de turno que desea hacer prevalecer sus intereses e ideología. Por eso cada vez que un nuevo gobierno accede al poder procura incidir en los programas educativos y, al igual que la religión, también tiene un credo que exige obediencia y que si no se acepta decreta la excomunión ipso facto de los díscolos.

Aunque abundan los discursos políticamente correctos y publicaciones con apariencia de rigurosidad académica, sabemos que son expresiones de un pensamiento tutelado. Rectores, obispos, directores, son los que efectivamente decretan qué es lo verdadero y qué es lo falso, qué es lo bueno y qué es lo malo, qué se puede decir y qué será vetado. Porque, en definitiva, la «verdad» que logra comunicarse en esos ámbitos, es lo que el poder validó como tal.

La Filosofía que me interesa es la que llamo «underground», porque no tiene ningún yugo que la someta ni intereses que venerar. Es la que es capaz de pensar con libertad y críticamente sobre la religión, el poder, el ser humano, la tecnología, la sexualidad, el mundo del trabajo, el consumo, el éxito, etc., y cuestiona y habla sin miedo y sin tener que pensar dos veces antes de escribir o decir lo que cree correcto porque no tiene temor de molestar a ningún jefe.

Los filósofos de universidades religiosas por ejemplo que escriben o enseñan la filosofía en formato moralejas y cuentitos esperanzadores me parecen un horror, no entendieron nada. Escriben comentando citas de autores, pero no piensan nada con su propia cabeza. Generalmente creen y predican -al estilo de párrocos ilustrados- que hay definiciones objetivas y trascendentes de «naturaleza humana», de la «esencia del hombre», de la «felicidad», del «sentido de la vida», de la «libertad», y de otros conceptos con los que lucran; éstos son la prueba viviente de que el pensamiento filosófico no puede producir nada fecundo cuando habita en una institución que ya tiene escrito en sus estatutos qué es lo verdadero, qué es lo falso y qué es lo que está habilitado pensar.

La Filosofía es hija de la indigencia, de saberse en camino, de no considerarse propietaria de verdades absolutas sino una humilde administradora de preguntas cuyas respuestas generan nuevas y mejores interrogantes. Interrogantes que, al filosofar, se convierten en más profundas y complejas. La historia del conocimiento nos ha enseñado que la pretensión de validez inmutable y universal de nuestros conceptos es una gran fantasía.

Urge una «Filosofía underground» cada vez más presente que exprese con voz libre, y no sujeta a intereses parciales, una alternativa al statu quo y a todo lo que se nos presenta como evidente, porque justamente lo evidente es lo que nos está asfixiando.

Joselo: Si, el libro es un elenco de sospechas de diversos temas, sospechas que me he planteado este último tiempo. Cada una de ellas es fruto de muchas vivencias y de muchas lecturas, cada una de ellas podría ser desarrollada y explicada en muchas páginas, pero preferí que sea el lector quién las desarrolle con su propia reflexión, yo solo presento cada sospecha como un disparador. No es necesario escribir lo que el lector puede pensar por su propia cuenta.

Creo que una de las funciones más importantes que tiene la genuina Filosofía, la underground, es la de enseñarnos a sospechar de todo lo que se nos quiere hacer creer que es lo que «debe ser», lo «evidente», lo «normal», lo que aparentemente no tiene opción de que sea de otra manera; bueno, justamente de todo eso es de lo que quiero sospechar.

La filosofía nace del asombro, de la duda y de atreverse a pensar que las cuentas no cierran y de que los productos que nos quieren vender son una fantasía. En una época donde ya se nos brinda todo procesado corremos el riesgo de perder la capacidad de asombro porque al estar todo el tiempo conectados con la yema de los dedos en la pantalla del cel., o todo el día corriendo en esta carrera infinita para rendir y producir hasta la muerte, no nos queda espacio para detenernos a reflexionar en profundidad y hacernos preguntas como por ejemplo ¿qué estoy haciendo con mi vida? ¿quiero seguir viviendo cómo estoy viviendo? ¿por qué vivo de determinada manera? ¿cómo me estoy relacionando con mi gente cercana? ¿quién dijo que debo ser feliz de esta manera? ¿por qué estoy corriendo detrás de estos objetivos? ¿quién decidió que el éxito es esto que nos muestra la sociedad? ¿qué es el éxito? etc.

Pero vayamos a las tres sospechas que tu elegiste:

«Sospecho de mí», bueno, esa es la primera sospecha del libro y tiene dos sentidos. El primero porque estoy firmemente convencido que nunca nos conocemos totalmente. Creo que conocerse a uno mismo es una de las tareas más difíciles. Cuando a veces sentimos que nos conocemos bastante, nos encontramos repentinamente teniendo un pensamiento, una actitud, una reacción o tomando una decisión inesperada que nos sorprende a nosotros mismos. Así que me parece prudente sospechar de uno mismo y darnos la posibilidad de que conocernos sea un proceso grato que dure toda la vida y no algo que ingenuamente creemos que se hará de una vez y para siempre. También esto nos vuelve más humildes y respetuosos a la hora de creer que podemos conocer totalmente a los demás o pronunciar un juicio sobre otra persona.

 El segundo sentido busca cuestionar esa idea que a veces nos han vendido de que somos seres estáticos que no debemos dudar porque eso sería un síntoma de debilidad. El modelo de persona exitosa es la que se muestra muy segura de sí misma, emprendedora, productiva, una especia de Superman sin capa. Esto nos impide crecer porque se asume que no está bien cambiar de pensamientos o contradecirse o fracasar porque le tenemos pánico a la incoherencia. Pero esa es una imagen ingenua y estática del ser humano que lo entiende congelado en una definición o en una forma de ser que no cambia con el tiempo y con las vivencias.

Hay que sospechar de lo que hemos aprendido, de las ideas que tenemos adheridas, ponerlas en tela de juicio, no para quedarnos sin nada, pero por lo menos para pasarlas por el filtro de la racionalidad y saber si realmente pensamos de determinada manera o simplemente hemos asumido muchas ideas más por tradición, costumbre o por manipulación mediática que por convicción personal. Permitirse aprender, habilitase la posibilidad de cambio y de crecimiento, evolucionar. Y esto solo lo podemos llevar adelante si nos animamos a sospechar de todo el mundo de ideas y creencias con las que cargamos a cuestas.

«Sospecho que quien se atreva a pensar con autonomía se convertirá indefectiblemente en un periférico».

Bueno, esta sospecha va de la mano de lo que expliqué respecto a la filosofía underground y no quiero ser reiterativo. Pero significa que en general las instituciones, los partidos políticos, las religiones y todos los grupos donde priman las ideologías y los credos antes que la racionalidad, no permiten que ninguno de sus integrantes piense con cabeza propia porque indefectiblemente se desmarcará de la homogeneidad del grupo y de lo que «debe ser». Y ningún espíritu libre está dispuesto a que su libertad de pensamiento le sea cercenada, por eso, inevitablemente será excluido o él mismo optará por la intemperie y la vida periférica. Voltaire dice que justamente es a estos intelectuales aislados, que generalmente fueron perseguidos, son a los que más les debe la humanidad.

«Sospecho es totalmente inútil teorizar sobre problemas existenciales».

Porque considero un gran engaño el de esas personas que van por ahí dando charlas, vendiendo libros de a millones y cobrando miles de dólares haciéndonos creer son poseedores privilegiados de una receta mágica para alcanzar la felicidad, para superar el dolor, para encontrarle un sentido objetivo a la vida, para entender la muerte, etc. No creo que nadie pueda adjudicarse esa sabiduría, pero está lleno de charlatanes al respecto tanto ateos como religiosos.

Porque en todos esos grandes problemas es cada persona quién debe dar una respuesta personal que es insustituible e intransferible y ningún libro, ni coach, ni filósofo, ni sacerdote, ni nadie, puede decirte nada salvador al respecto. No creo que haya un sentido de la vida que pueda ser universal, sino que cada persona, a través de miles de ensayos y errores, debe decidir cuál es el sentido que quiere darle a su vida, sin embargo, muchos lucran con esto del sentido de la vida.

Lo mismo respecto a la felicidad, ¿qué es la felicidad? ¿es un estado repleto de gratificaciones? ¿es la ausencia de dolores y de necesidades? ¿es un estado de constante serenidad? ¿es una forma de ser repleta de virtudes? ¿es vivir el bien? ¿es un estado de bienestar material y espiritual? ¿se puede ser feliz con carencias materiales? Bueno, cualquiera de estas definiciones es provisoria, parcial y además nos dejan afuera a todos, porque la realidad cotidiana muestra que jamás cumplimos esas condiciones todo el tiempo, por lo que la felicidad sería algo inalcanzable y escurridizo.

Teorizar sobre la felicidad en modo genérico, como si fuera un “algo” que está en un lugar al que debemos llegar y sin explicar claramente cómo van a definirla es una gran estafa que beneficia a los que se llenan los bolsillos escribiendo libros de autoayuda o dando conferencias banales al respecto. Para hablar sobre el sentido de la vida y sobre la felicidad o la muerte primero deberíamos explicar cuál es el concepto de ser humano del que partimos para ver en qué sentido luego estarían dadas las condiciones para explicar qué se entiende por felicidad que, por supuesto, no debería olvidar las incesantes necesidades y conflictos que son inherentes al hombre como ser vivo que vive en sociedad donde la libertad de los otros afecta la suya y, por ende, su posibilidad de ser feliz o no. Estoy tratando de sintetizar con el riesgo de no ser del todo técnicamente exacto no abordando el tema con la profundidad que merece. Pero a grandes rasgos esa sospecha va por ese lado….

Bueno, queda abierta la invitación a leer este libro, lo pueden conseguir en librerías y también a través de Amazon en formato papel y electrónico.

Muchas gracias, José, por compartir este espacio. Agradecemos a todos los que pudieron conectarse, este encuentro lo vamos a subir a nuestro perfil para que puedan visualizarlo en otro momento. Los invitamos a visualizar el booktrailer del libro que lo cargaremos apenas cerremos esta transmisión.

Buenas noches.