Prometeo y Pandora

José Luis Gulpio

Lic. en Filosofía

Posgrado en Gestión Educativa

Breve introducción: Los mitos griegos, tú y yo.

Breve introducción: Los mitos griegos, tú y yo.


No ceo sea exagerado afirmar que gran parte de lo que llamamos cultura occidental se fundó sobre un exquisito manojo de mitos griegos. Un puñado de relatos que con el tiempo se han transformado en una espléndida caja de herramientas que sigue inspirándonos y ayudándonos a leer al ser humano con sus luces y sombras.


A pesar del paso del tiempo los mitos siguen cautivando a muchas personas que encuentran en ellos claves interpretativas de las realidades más profundas del hombre. Nuestros antiguos supieron recurrir al lenguaje mitológico como intentos de explicación del surgimiento de la vida, la existencia del mal y de la injusticia, la muerte, las catástrofes naturales, la suerte, la felicidad, el dolor, el amor, la locura, el sacrificio y todo lo que hace a la vida de los mortales. La naturaleza, siempre enigmática y escurridiza del hombre, así como las preguntas que éste intenta responder, encontraron en los relatos mitológicos un intento de comprensión y lectura.

Prometeo llevando el fuego a la humanidad.
Artista: Heinrich Friedrich Früger, 1817.

Hasta el día de hoy –y por nombrar solo algunas- figuras como la de Prometeo, Antígona, Edipo, Odiseo, Ifigenia, Medea, Teseo, Aquiles, Héctor, Helena, los Argonautas, Orfeo o Asterión, siguen inspirando el genio humano tanto en el campo de las artes como de la filosofía, la política, la psicología y hasta de la imaginación científica.


No siempre la etimología de una palabra es útil dado que la producción social y cultural sobre la misma hace que la definición etimológica nos quede pobre. Lo mismo acontece con la palabra mito, la historia ha enriquecido su significado. Pero como punto de partida recurramos a ella: Mito: del griego: Mythos: alude a: palabra, narración, discurso.


En determinado momento de la historia, especialmente en los estudios académicos del siglo XIX, se entendió al mito únicamente como ficción, ilusión, fábula o invención. Pero mucho antes, fue una de las corrientes de la llamada ilustración griega que tiene a Jenófanes como su mayor representante y, por supuesto, el judeocristianismo, quienes fueron reduciendo e identificando el concepto de mito con el de “mentira” o “fantasía” porque, en el caso de los últimos, el relato mítico contradecía y no encajaba con las doctrinas de los textos sagrados juedeocristianos. Pero este no era el significado que le daban las sociedades arcaicas y por eso no es del todo justo con el término, porque puede llevarnos a creer que mito significa la narración de una historia falsa. Para muchas culturas primitivas los relatos míticos son sinónimo de “historia verdadera” porque se considera “sagrada”; narraciones que ofrecen un modelo a seguir, muestran los orígenes de lo que intentan contar y dan significado a la vida de la comunidad.


Entender mejor el concepto nos favorecerá comprender también, no solamente algo del pasado, sino una categoría humana presente en la sociedad contemporánea.

Un primer intento de definición de mito podría ser el que nos proporciona Mircea Eliade en su obra Mito y realidad:

(…) el mito cuenta una historia sagrada; relata un acontecimiento que ha tenido lugar en el tiempo primordial, el tiempo fabuloso de los «comienzos». Dicho de otro modo: el mito cuenta cómo, gracias a las hazañas de los Seres Sobrenaturales, una realidad ha venido a la existencia, sea ésta la realidad total, el Cosmos, o solamente un fragmento: una isla, una especie vegetal, un comportamiento humano, una institución. Es, pues, siempre el relato de una «creación»: se narra cómo algo ha sido producido, ha comenzado a ser. El mito no habla de lo que ha sucedido realmente, de lo que se ha manifestado plenamente. Los personajes de los mitos son Seres Sobrenaturales. Se les conoce sobre todo por lo que han hecho en el tiempo prestigioso de los «comienzos».

Mucho se ha estudiado al respecto y, en modo esquemático, podemos decir que la arquitectura de los mitos responde mayormente a cuatro funciones: 1. en la función cosmológica, intentan mostrar el conocimiento de las fuerzas que rigen el universo; 2. en la función sociológica, buscan presentar los ejes articuladores y justificativos de los sistemas y ordenes sociales; 3. en la función pedagógica producen, comunican y conservan los valores y las normas de comportamiento; 4. y por último en la función mística, hacen de alimento espiritual de la humanidad y ofrecen caminos y rituales concretos para descifrar los misterios de determinada realidad.

La tortura de Prometeo.
Artista: Salvatore Rosa, 1646-1648.

Cabe decir que la potencia de estas narraciones radica en que son mucho más que una moraleja con un mensaje; de hecho, los más diversos mitos griegos, no ofrecen un relato con un final pedagógico o moralizante. Generalmente las historia que nos presentan muestran la crudeza, lo incierto, lo inconcluso, lo trágico y paradójico de las vicisitudes humanas.


Aunque estemos avanzando en modo jamás visto en nuestra capacidad técnica y científica, en la creación de una Inteligencia Artificial cada vez más sofisticada y en la exploración del Universo, seguimos fascinados con lo que nos narran los mitos griegos porque justamente ellos siguen hablándonos de nosotros mismos y de nuestra interioridad
que, a pesar del paso del tiempo, sigue siendo la gran desconocida. Pasados miles de años, los conflictos que muestran los mitos clásicos parecen ser muy similares a los nuestros.

Acertadamente Bronislav Malinowski, señala en Magia, ciencia, religión:

Enfocado en lo que tiene de vivo, el mito no es una explicación destinada a satisfacer una curiosidad científica, sino un relato que hace revivir una realidad original y que responde a una profunda necesidad religiosa, a aspiraciones morales, a coacciones e imperativos de orden social, e incluso a exigencias prácticas.

Pero más específicamente, cuando hablamos de la enorme influencia de los mitos griegos en la cultura occidental, nos referimos –entre muchas categorías- a la de los héroes griegos y sus relaciones con los dioses. Las virtudes y cualidades de estos héroes era tal que muchos de estos dioses decidían intervenir en sus asuntos. Es sobre las virtudes de estos personajes que se fundó la civilización occidental marcando a fuego nuestra cultura e instituciones.


¿Creían los griegos literalmente en los personajes de sus mitos? Es un tema que ha sido muy investigado, pero no es el eje de la cuestión. Sin embargo, podemos decir que los últimos estudios afirman que desde el siglo V a.C. hasta el IV d.C los griegos de todas las clases sociales y de diferente formación cultural aceptaban que los héroes clásicos habían existido. Por otro lado, el problema de la historicidad no era un problema que estaba sobre la mesa para ellos como para nosotros hoy. Los griegos cultos, cuando se dedicaban a analizar críticamente sus propios mitos, lo hacían para llegar a la esencia y a la verdad que esas historias querían transmitir, jamás para destruirlas. La mayoría de los griegos eran capaces de distinguir entre los hechos históricos y todo el “adorno” que embellecía cada relato. Es decir, aceptaban y creían en la verdad genérica del mito sabiendo que venía con el añadido de muchas historias y fantasías.

Prometeo y Pandora

El sufrimiento y la fuerza

Si bien hay muchas versiones y reconstrucciones de los relatos míticos de Prometeo y Pandora que muestran diferencias entre sí, las tres fuentes clásicas más importantes por las cuales nos han llegado sus historias son la de Hesíodo en sus obras Teogonía y Trabajos y días (s. VIII a.C.), la de Esquilo en Prometeo encadenado (s. VI a.C.) y la de Platón en su diálogo Protágoras (s. V a.C.). También Aristófanes, en su obra Las aves (s. V a.C.)
presenta a Prometeo como uno de sus personajes. Sin embargo, la versión que se impuso con el tiempo es la de Esquilo, que presenta una figura heroica de Prometeo como aquel que se sacrifica por el progreso de la humanidad y es capaz de dar su vida siendo condenado a ser clavado en unas altas rocas del Cáucaso para sufrir allí grandes tormentos. Obviamente esta imagen nos evoca a la figura de Jesucristo que siglos después será presentado como el que dará su vida por la humanidad sufriendo la condena de ser clavado no ya en una roca sino en una cruz de madera, también en la altura del monte Gólgota, en las afueras de las murallas de Jerusalén.

Saturno (Crono)
Artista: Peter Paul Rubens, 1636

Recordemos de modo esquemático las figuras de Prometeo y de Pandora tratando de situarlas en el fascinante contexto de la mitología griega:


* Del Caos surgen: Gea (Madre Tierra), Eros (Amor), Erebo (Oscuridad) y Nix (Noche), que se dedican a poblar el Cosmos que había nacido del Caos. (Me parece oportuno recordar que Caos no desaparece, sino que persiste como fundamento del Cosmos.
¡Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia!).

* Érebo y Nix engendran a Éter (Aire) y al Día. Gea da a luz a las Montañas, el Ponto (Mar Océano) y Urano (el Cielo).
* Gea y Urano engendran a Tea (capacidad de creer en los dioses), Temis (Moral o Ley), Mnemósine (Memoria, la madre de todas las artes), a los tres Ciclopes, a tres monstruos de cien brazos (Hecatónquiros) y a seis Titanes: Océano, Ceo, Hiperión, Crío, Jápeto y Cronos.
* Los Titanes, a su vez, se unen con seis Titánides y procrean una gran descendencia.
* Jápeto y Asia, hija de Océano, engendran a Menecio, Atlas, Prometeo y Epimeteo que también son Titanes.
* Cronos y Rea dan a luz a los seis primeros Olímpicos: Hestia, Deméter, Hera, Hades, Poseidón y Zeus.
* Urano se muestra celoso de su descendencia y tiene miedo de perder el trono.
* Cronos, que detesta a su padre, le corta los genitales.
* Los genitales de Urano, al caer en el mar, provocan grandes olas de espuma que generan a Afrodita, la diosa de la belleza y del amor.
* Cronos se convierte en señor del universo, pero también teme que alguno de sus hijos intente arrebatarle el trono. Por eso, en cuanto nacen sus hijos, los devora.
* Rea y su madre Gea tratan de evitar que Cronos siga comiéndose a sus hijos. Cuando es el turno del nacimiento de Zeus, su madre lo da a luz en lo oculto, en la isla de Creta y entrega a Cronos una piedra envuelta en trapos para que crea que es su hijo y así se devore una simple roca.
* Zeus logra sobrevivir y ya grande enfrenta a su padre. Logra que éste beba una infusión que provoca que vomite a todos los hijos que se había devorado.
* Urano inicia una batalla como forma de venganza por la castración sufrida y utiliza para ella a los Titanes.
* Los Olímpicos tendrán la ayuda de los Hecatónquiros y de Prometeo, uno de los Titanes. Los Olímpicos logran triunfar y se convierten en dioses del Cosmos.
* Zeus pide al Titán Epimeteo, hermano de Prometeo, que distribuya capacidades entre los seres terrestres recién creados. Epimeteo, que es imprudente, reparte irracionalmente las capacidades y, cuando toca el turno de los seres humanos ya no le queda ninguna cualidad ni fortaleza para entregarles. Por esta razón la humanidad será la más frágil e incapaz de las especies.
* Prometeo se compadece y buscará burlar a Zeus para favorecer a los hombres, para ello les enseña a ofrecer sacrificios a los dioses. Por eso hace que Zeus, inducido por la apariencia, elija una ofrenda de sacrificio de buey realizada por los hombres que terminó siendo tan solo una montaña de huesos.
* Enojado, Zeus ordena que los hombres jamás puedan usufructuar del fuego.
* Prometeo, decidido a ayudar a la humanidad, no acata esta orden e irrumpe en el monte Olimpo y roba un poco de fuego de los dioses y se lo entrega a los hombres que enseguida encienden pequeños fogones.
* Viendo Zeus que los humanos habían accedido al fuego decreta una venganza. Por un lado, dictamina que Prometeo, permanezca encadenado y clavado a unas grandes rocas del Cáucaso, donde cada mañana un águila le comerá el hígado. Durante la noche su hígado se reconstruirá de modo que a la mañana siguiente el águila vuelva a infringirle el mismo castigo.

Pandora. Artista: Jules
Lefebvre, 1872

* Por otro lado, Zeus encomendará a Hefesto que dé vida a Pandora, la primera mujer, bellísima como las diosas.
* A pedido de Zeus, Hermes le proporcionará a Pandora la capacidad de mentir y seducir, para que sea un hermoso mal.
* Zeus entrega a Pandora una jarra que contiene todas las desgracias que sufrirá la humanidad: enfermedades, sufrimientos, injusticias, miserias.
* Epimeteo se unirá a Pandora como pareja ignorando las advertencias de Prometeo de que desconfiara de los regalos de Zeus.
* Ya viviendo en la Tierra, Pandora abre la tapa de la jarra liberando así a todos los males que se dispersaron por toda la Tierra y sobre toda la humanidad. En el fondo del recipiente quedó la esperanza a la que Pandora le impidió salir.

Siendo un mito tan arcaico -de los inicios del cosmos y que nace de las batallas entre los Titanes y los Olímpicos- es realmente llamativa la fuerza y la vigencia que Prometeo y Pandora mantienen en pleno siglo XXI. Tal vez la razón sea que conectan con cuerdas íntimas y axiales de la vida del ser humano de todas las épocas. ¿Pero por qué pareciera ser un relato que rompe las barreras del tiempo? Algunas de las razones pueden ser que en dicha narración encontramos las grandes interrogantes de la humanidad como ser el problema del mal en el mundo, el surgimiento de la cultura, el incesante deseo de progreso, la relación de los hombres con los dioses, la capacidad de resistir y rechazar la injusticia y cuestionar la voluntad de la divinidad. Es inevitable no aludir al mito bíblico de la creación del hombre en el libro del Génesis donde también se abordan los mismos temas.


En el correr de la historia tres son las interpretaciones que se han consolidado respecto a las grandes visiones sobre las figuras de Prometeo y Pandora:

  1. Prometeo presentado como aquel que logra superar la pura animalidad e invita a los hombres a luchar contra las injusticias y opresiones procurando abrir sus horizontes. Modelo de compromiso, nobleza y sacrificio que le otorga sentido a la existencia en pro del bien común.
  2. En la versión de Hesíodo encontramos a un Prometeo que es símbolo de la desobediencia cuya actitud es causa del desorden y de la distorsión del statu quo.
  3. En la tercera interpretación la figura de Prometeo es dialéctica, por un lado, es signo del progreso técnico y desarrollo cultural que dio origen a la civilización occidental pero que, para ello, debió renunciar a su dimensión espiritual que sí fue cultivada por el mundo oriental.

A su vez Pandora, la primera mujer, no ha tenido la misma suerte que Prometeo respecto a la diversidad de miradas sobre su rol. Queda claro que es presentada como una figura negativa (también Eva en el mito bíblico del Génesis). Epimeteo y Pandora resultan análogos a Adán y Eva, en ambas parejas las mujeres aparecen como seres negativos y culpables del mal mientras que los hombres son las víctimas y los buenos. Obviamente quienes han puesto por escrito estos mitos, eran hijos de su época y fueron incapaces de escapar a la cultura patriarcal reinante. Esto no debería asombrarnos. Lo que sí debería causarnos sorpresa es seguir viendo estructuras que aún hoy mantienen en su práctica y en su discurso, actitudes misóginas y machistas que excluyen y discriminan a la mujer simplemente por su condición de tal, como si el tiempo no hubiera pasado.

Históricamente el relato de Pandora (y análogamente el mito bíblico de Eva) tal cual lo conocemos, permite asociar el mal y lo dañino con la figura de la mujer, por ende, la figura de Zeus que se sitúa como quien administra la justicia se asocia a la identidad masculina. Pero no hay ninguna conexión racional ni argumentación lógica para ello sino simplemente una opción ideológica.


Cuando la mujer no respeta los roles que le asignan los dioses y los varones, roles domésticos, sumisos y de servicio, solo cabe esperar desorden, así lo retrata el conservador Hesíodo que define a la mujer como un “bello mal”.

Pandora.
Artista: John Waterhouse, 1896

Conclusión

La imagen de Prometeo nos sigue mostrando la nobleza del ser humano y el incontenible deseo de libertad que nos habita impulsándonos a anhelar siempre más, aunque debamos sacrificarnos y atrevernos a hacer cambios y renuncias.

La figura del Titán resiste intacta en el tiempo invitándonos a luchar por autonomía y por una vida que no sea tutelada ni manipulada desde el exterior, aunque para ello tengamos que emprender la desafiante tarea de violentar los muros del Olimpo y robarles el fuego a los dioses.


Pandora nos muestra la importancia de hacer una permanente autocrítica a nuestras estructuras y preguntarnos si nuestras tradiciones, prácticas y discursos, sea en estructuras políticas, culturales o religiosas, están asentadas sobre principios racionales intersubjetivamente válidos o simplemente en principios ideológicos y sesgos culturales que cercenan derechos e infantilizan a la mujer.


También Pandora nos recuerda lo que parece ser una constante en la historia de la humanidad, la de buscar un “otro” a quien cargarles todas las culpas, sea este la mujer, el judío, el pobre, el gitano, el extranjero o el homosexual.


Incapaces de asumir actitudes adultas y racionales para hacernos cargo colectivamente de los problemas, caemos en la práctica infantil de buscar culpables afuera, los eternos chivos expiatorios.


Tal vez, al final, lo interesante es ser conscientes que somos Prometeo, somos Pandora, somos Zeus, somos Epimeteo y somos todos a la vez. Ojalá alimentemos siempre a las mejores de las figuras míticas que nos habitan, a las más nobles y racionales, a las que nos enaltecen como humanidad. Ojalá demos muerte en nosotros al malvado Cronos que, por puro miedo al afuera, sigue devorando y asesinando a su propia descendencia.